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Educación Sentimental junio 16, 2008

Posted by Lodovico Settembrini in El Reino de este Mundo.
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Durante mucho tiempo, y ante la discusión de por qué Brasil nos había superado en capacidades relativas-discusión omnipresente en nuestra profesión- yo optaba por pararme con aquellos que sostenían que la clave estaba en la feliz combinación de condiciones estructurales y política del vecino. Brasil había logrado desplazar el core de su estructura productiva de un sector a otro. Las condiciones de origen facilitaron este desplazamiento, pero la práctica política merece ser subrayada.

Hasta no hace mucho, los argumentos que señalaban que nuestro futuro no podía desdeñar el peso agrario, y que aquellos que soñábamos con chimeneas y overalls más que con chiripás y palenques debíamos adaptarnos, comenzaban a hacer mella. «Bueno, quizás producir chupetines y aceite sea lo más cercano a una industria, y los barcos y camiones quedarán para más adelante»

En estos años pude atisbar algunas promesas del futuro, reales, que volvían al ser: centrales nucleares vendidas a países desarrollados, proyectos aeroespaciales, pymes de software que no dan abasto con sus necesidades de mano de obra, etc.

Pero hoy-o ahora, en este instante- cuando la desazón me sienta ante la compu, como un fanático vuelvo al origen: no tengo voluntad para la sutileza. El sector agrario no es el core, pero su influencia cultural, esa hegemonía construida hace más de cien años continúa primando. Entonces, hasta que no podamos construir otra, hasta que esa contradicción no sea resuelta, nos condenamos a volver una y otra vez sobre ella, a soportar su veto.

Este personaje literario italiano nació y se crió en uno de esos tantos pueblos de la pampa que hace días aparecen en la tele. Conoce a sus personajes, es amigo de ellos. Sabe de su clasismo-aún hoy se habla de «sirvienta» por la vecina que limpia sus casas-, de su oscuro rechazo por todo lo que proviene de ese territorio desconocido que es el Gran Buenos Aires. En estos días vio como vecinos montados en las famosas 4×4; que exhiben fotos con genocidas; que realmente creen que los peones viven felices porque les permiten comer asado cuando quieren; que festejan las aventuras nocturnas de sus cachorros con las morochitas, pero «que no se te ocurra traerla  a casa»; que le han permitido a uno entrar a sus hogares porque Settembrini-ellos no entienden cómo zafó- tiene una profesión snob, pero no es uno de ellos, vió. Decía, tipos así intentaron prender fuego la casa del intendente municipal, con él adentro, porque el tipo, médico-el más popular de los intendentes en la historia del pueblo y alrededores-no está con el campo.

Y le preguntan a Settembrini-porque para algo este labura en Buenos Aires- y lo dejan de escuchar cuando no dice lo que esperan. Les hace ruido. Pero no les importa, siempre fue el menos confiable de los amigos de sus hijos.

Empecé a escribir con bronca. Este post ya no tiene sentido, pero tampoco quiero tirarlo.

Para darle un cierre, Brasil dejará de ser mejor para el imaginario el día que ese mito fundacional pastoril sea cosa del pasado.